10.25.2004

Anestesia

Hay veces que me siento como un gato, acurrucado a una esquina rota, viendo pasar la vida; la observo, repaso cada detalle de mi pasado y mi presente, y lamo mis heridas que ya no existen pero aún siento.

Ojalá supiera usar el punto final. A veces creo que no existe, aunque haya quien lo usa asombrosamente bien.

Ojalá no pensara con nombres y apellidos. Ojalá pudiera bajar el telón y no pensara que hay un acto más. Ojalá que haya un acto más.

10.21.2004

Ateo, gracias a dios (con minúscula)

Antes de exponer mi punto, debo aclarar ante todo que soy algo muy parecido a un ateo (no quiero perder el tiempo explicando la anatomía de mi fé), y que no soy proclive a pensamientos sobrenaturales. Sin embargo en esta ocasión sí tengo una preocupación .

De pronto creo que estoy pagando algo que hice en algún momento de mi vida. No creo que haya ser humano que piense ser malo, ni que actue con pura y auténtica maldad. Bueno, tal vez los hay, pero no creo que sean la mayoría. Sin embargo, sin querer enfrascarme en una discusión sobre lo "bueno" y lo "malo", es cierto que de pronto jodemos al prójimo un poco más lo que creemos. A eso me refiero, he jodido a mi prójimo en más de una ocasión. Ahora bien, lo he hecho sin intención, eso me queda claro (Cuando ha sido intencional es más como una pequeña venganza, cosa que he disfrutado mucho. Sin embargo tampoco he causado realmente daño en esas ocasiones).

Cuando las palabras "karma" o "justicia divina" vienen a mi cabeza, y las relaciono con la suerte de gordiguapa en el año 2000 que traigo últimamente, pienso que en una de esas, sólo en una de esas realmente estoy pagando algo. No lo sé de cierto, es sólo una hipótesis.

Si fuera el encargado de un programa de innovación administrativa en el mismísimo cielo, lo primero que haría sería un programa computacional que ingresara los daños que has hecho y los que has recibido, de tal suerte que recibieras un balance preciso de tu status como ciudadano del mundo. En una de esas hago caridad para compensar mi déficit, y si lo paso, con suerte, el día de mañana acabo con dos rubias en una cabaña junto a la playa.

Es terrible como puede influenciar en uno la cultura judeocristiana, aunque uno sea ateo gracias a dios.

PD (En realidad me gustan más las castañas)

10.18.2004

Hazlo. No lo hagas.

Ella y él salieron por primera vez. Eligieron ir por allí a tomar un café, preámbulo obligatorio entre aquellos que comparten las convenciones del medioevo tardío chilango. Su conversación recorría todos los lugares comunes imaginables, construyendo un anecdotario implacable que hilvanaban intercambiando turnos, evidentemente, con risas ensayadas al final de cada historia.

Ambos parecían prestar absoluta atención a los relatos del otro. Sin embargo, mientras ella hablaba él perdía su mirada en el medio de su pecho y pensaba “Qué ricas tetas…”. Tan pronto recapacitaba levantaba la mirada evitando así ser sorprendido. Ella, a pesar de lucir evolutivamente subdesarrollada a juzgar por sus historias, se dio cuenta de los desvíos visuales de él desde la primer mirada, y penaba “¿Qué tanto ve este tarado?”.

La escena se repitió tres o cuatro veces más, hasta que ella, harta de sentirse desnudada, agredida y casi acosada, (Son las palabras textuales que usó más tarde para describir el acto cuando le contó a sus amigas) en la siguiente mirada perdida del acompañante en turno, clavó sus ojos en medio de los suyos, con una reclamo implacable, lleno de desaprobación y haciéndolo sentir como un degenerado insufrible (también son palabras que ella usaría después). Como perro castigado a punta de periodicazos, él subió la mirada, se enderezó y cambió de plática de inmediato.

La siguiente media hora transcurrió sin pena ni gloria. La conversación se perdió en lamentables intentos por hacer la tarde amena. Él, desde aquel incidente, evitó cualquier comentario fuera de lugar, conservó una postura más que correcta y la vio invariablemente a los ojos. Pidió la cuenta después de la previa aprobación de ella, quien pensaba antes de irse “¿Será que no le gusto?”.

10.11.2004

Antes

Hay películas mediocres, por ponerles un calificativo amable, que me gustan por alguna trivialidad y/o parcialidad . Creo que le pasa a todas las presonas. Antes del Amanecer me gustó por algún diálogo afortunado y por Viena. Viajando por aquella ciudad, una guía de turistas me dijo que esta película había llevado más turistas a la gran ruedad de la fortuna austriaca que muchos otros esfuerzos promocionales. El sábado descubrí que realizaron una secuela a dicha peli, que lleva el nombre de Antes del Atardecer.

No sé qué esperar de esta película. Lo más probable es que sea tan cursi como la anterior, menos fresca, seguro, y tal vez se vea reflejado el esfuerzo de dos actores que poco han hecho en lo súltimos años, por resurgir y reinventarse a través de una historia que tuvo algún tipo de éxito. No puedo negar que iré al cine el día del estreno. Sólo espero que no vivir la misma experiencia que viví algúna vez con la ecuela de una de esas películas que me habían marcado.