2.11.2005

Los días después

Los días que pasan se apilan sobre mi espalda; el aire es cada vez más denso, tanto, que a ratos cuesta trabajo respirar. Mi padre está vivo, pero no está bien. ¿Para qué entrar en detalles? ¿Es peor una parálisis que una amputación? ¿Es peor perder la memoria o la vista? Es casi imposible elegir entre las desgracias.

Quisiera decir que el traje de madera que mi padre estrenará no está siquiera plantado, pero no lo sé. Quisiera pensar que volveré a reinventar el mundo alrededor de una mesa de café con él, pero eso es incierto. Parece como si estos momentos dieran fertilidad a tantos recuerdos que hoy enumero involuntariamente.

Lo único rescatable de estas situaciones es la forma en la que aflora la fraternidad; seres humanos preocupados por otros seres humanos, por el dolor de un amigo, por su preocupación. No tengo más que agradecimiento para aquellos que se refirmaron como mis amigos, mis verdaderos hermanos.