6.07.2005

Vicio 101

Generalmente salgo del trabajo alrededor de las 7 de la noche, cansado, sin un ánimo digno de presumir. Sin embargo, unas 3 calles antes de llegar a mi casa me topo con un maldito Starbucks...

Mi relación con el mentado café comenzó con un odio desmesurado; recuerdo el día que lo inauguraron, fui con una novia que tenía y mi amigo OBJ. Realmente me asustaron los precios y el hecho de que no podía fumar adentro... ¿un café en México en el que no se pueda fumar? en efecto, no se puede fumar...

Meses después llegué a ese mismo local acompañando a varios amigos. Yo no quería tomar nada, pues realmente me parecía que era un sitio terrible, demasiado Yanki y demasiado caro. Sin embargo, tenía sed y pedí un Chai Latte. Maldito sea ese momento...

Desde entonces, tengo que rodear el Starbucks, ir por otra calle, cerrar los ojos mientras conduzco frente a él. Si tengo un pequeño momento de debilidad entraré y pediré un Chai. La chica parada en el mostrador sabrá mi nombre y sonreirá de esa forma en la que sólo ella sabe, y me dará una bebida extraodrinaria. Me declaro culpable... he sido víctima de la mercadotecnia, de la chica del piercing en la nariz y del dulce Chai.

1 Comments:

Blogger Ginger said...

¡Jijos! Normalmente el café me gusta prepararlo en casa y lo tomo mientras me visto. Pero en ocasiones, cuando salgo corriendo, me sucede exactamente lo mismo, de camino al trabajo, el maldito Starbucks de Nuevo león se cruza enfrente de mi. Y toda vez que si no tomo café en la mañana, siento que no viví realmente el día, no me queda más que doblegarme ante su opción de 22 pesos.

Besos!

septiembre 10, 2006 5:16 p.m.  

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