7.23.2006

En algún rincón de sus ojos


Marissa nunca cerró los ojos cuando hacía el amor. Mientras tensaba cada músculo de sus piernas y apretaba las sábanas con sus manos como garras, ante las arremetidas de sus amantes, mantenía los ojos abiertos como búho, cosa que desconcertaba sobremanera a los compañeros en turno.

Algunos pensaban que ella no disfrutaba el acto amatorio y por eso mantenía los ojos completos, abiertos. Otros suponían que era tal el impacto de enfrentarse a una maravilla sexual – cosa que estaban seguros de ser– que ante la impresión la pobre Marissa no podía hacer más que abrir los ojos bien grandes.

Ella sufría con esta situación. Aunque deseaba ser normal y tener los ojos bien cerraditos mientras estaba con un hombre, tampoco entendía cuál era esta necesidad de la oscuridad en el amor. Besar con los ojos cerrados, sexo con los ojos cerrados, ¿por qué? Marissa pensaba que si el amor y/o el goce eran tan fantásticos, ¿por cerrar tanto los ojos y no ver todo el tiempo? ¿Acaso al cerrar los ojos se disfrutaba más? ¿La gente se concentraba? ¿Se veía algo así como un caleidoscopio? ¿O simplemente lo inventó alguna mujer que tenía un amante tan feo que prefirió mantener los ojos cerrados?

Y bueno, no siempre se podía culpar a sus amantes. Marissa tuvo una pareja con la que vivió cosa más de un año. En ocasiones, mientras hacían el amor no era extraño que ella le dijera: “Fulanito, ¿ya viste esa grieta en el techo? Fulanito, tenemos que cambiar las persianas, Fulanito, cuando terminemos por favor recoge ese tiradero”.

Hace unos cuantos meses Marissa conoció a Eleuterio Almazán. Después de haber salido unas 3 o 4 veces se encontraron en el departamento de él para cenar. Después de cerrar el capítulo de las biografías acompañadas por unas cuantas copas de tinto, se miraron a los ojos y mientras su ropa se perdía en la alfombra y el sudor del uno se mezclaba con el del otro, las pupilas de ella se estacionaron en las de él para no sentirse extraña en la claridad nunca jamás.

7 Comments:

Blogger Laura said...

Lindo relato, Nadal querido. Me recordó un poco o un mucho a mí. Me resultó familiar a lo que estoy viviendo.

Un beso.

julio 26, 2006 11:09 a.m.  
Blogger pk said...

Hola. Llego aquí vía Blog Mama! Me gusta tu prosa. Me gusta el cierre: Marissa por fin se deja ir, pero en otros ojos abiertos (algo parecido a lo que los demás logran con los ojos cerrados)... Volveré.

Saludos

julio 28, 2006 4:13 p.m.  
Blogger Chilanga Catastrófica said...

Una suerte de Marissa y Eleuterio (gran nombre) el poder fundirse y fugarse en otros ojos sin perderse. Me encantó. Besos.

julio 28, 2006 9:04 p.m.  
Blogger elisa said...

como dice Cat girl, eso es suerte. Me gustó mucho. Encontrarse en la mirada y ahí quedarse, como cuando llegas a tu destino. Está bien chido. Abrazo

julio 29, 2006 2:01 a.m.  
Blogger Nadal said...

Mi querida Noble, ando un poco desactualizado de tu vida últimamente, pero nos pondremos al corriente. Un beso.

PK, gracias. Creo que hay muchas fórmulas para amar, desamar, etc., y siempre creo que siempre hay alguien por ahí.

Catástrofes,¿está bueno el nombre de eleuterio, no? Seguro el tipo tenía personalidad. Besos.

Zen, de pronto siento que este rollo de encontrar a alguien es posible. Así como uno luego sueña con este "lgo" - mundo, país, ciudad, aunque sea chamba - mejor, igual puedes alcanzar esa mirada en la que te estacionas. En fin, besos Doña Daria.

K, gracias por tu visita. Espero que nos leamos pronto y diablos, cómo me gusta tu país. Un abrazo.

julio 30, 2006 8:08 p.m.  
Blogger tlacuiloco said...

Nadal:
Fue todo un gusto poder conocerte fuera de mi computadora.
un abrazo.

julio 31, 2006 11:44 a.m.  
Blogger Nadal said...

Igualmente mi querido Tlacuiloco. Espero se repita. Un abrazo.

julio 31, 2006 2:57 p.m.  

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